martes, 3 de septiembre de 2013

¿Mimamos al cliente?


atención al cliente

Este verano a pesar de no haber sido turista tal y como se define en la organización mundial del turismo (OMT) yo me he sentido como tal o quizás un poco más del movimiento del gorroneo, he visitado un montón de sitios y he disfrutado de la buena gastronomía y fiestas de Asturias.

Como no podía ser de otra manera cada vez que disfrutábamos de una cena o una comida el establecimiento era analizado, la atención al cliente, la presentación de los platos... vamos lo que viene siendo el todo del establecimiento o al menos lo que la vista alcanzaba a ver.

He probado nuevas propuestas, como el Living Cooking del cocinero Nacho Manzano, que me sorprendió incluso cuando las expectativas ya eran altas. He ido a restaurantes más tradicionales y  quizás en estos hay más objeciones.
No se basa en innovar en la cocina, la cocina tradicional asturiana no tiene nada que envidiar a las cocinas que hoy destacan en el panorama mundial.
Los restaurantes son un todo en el que se combinan un conjunto de detalles, saber hacer y el mimo al cliente y eso no tiene que ver con estrellas, marcas o distinciones.

Así que sin meterme en si la conservación del establecimiento era buena o mala, si se cumplía con toda la legislación o no, si el mantel es de tela o papel, lo que está claro es que además de la calidad de la comida de un restaurante esperas que la atención al cliente sea de diez.

Sin ir más lejos, algo tan sencillo como el número de tapas a pedir puede ser un antes y un después en eliminar de la lista ese nuevo restaurante encontrado en tus vacaciones.
En Asturias, es fácil que cuando pides te pases, sobre todo cuando desconoces el restaurante. Hay establecimientos que rápidamente te dicen que es mucho y te animan a que quites alguna de las tapas y que si te quedas con hambre pues que la cocina está abierta o que siempre te queda endulzarte con un postre. Lo peor es cuando pides y cuando ya vas por la tapa tres te das cuenta que no puedes con la cuarta y la quinta y que vas haciendo hueco como puedes por orgullo torero y por no sentir que te han tomado el pelo. Pero la verdad es que te sientes estafado y piensas ¡no vuelvo más! Y ya sabemos lo que pasa ahora, que cuando sufres un desengaño lo pones en la red y lo conoce mucha mucha gente y eso no es bueno para el negocio.

Y este es uno de los detalles que hay otros. ¡Menos mal que no son todos!

Y la conclusión es que cuando lo haces mal en un restaurante la probabilidad que el cliente no vuelva es del 100%.
Con la que está cayendo está claro que los euros disponibles para el ocio los vas a cuidar "muy mucho" gastándotelos no en el sitio más barato sino en el sitio que te ofrezca una calidad de producto y una calidad de servicio al  precio más justo.

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