sábado, 30 de marzo de 2013

Una de albóndigas

Una empresa pequeña debería pensar como una grande. No sólo en la gestión, marcándose objetivos, planes de mejora, indicadores y otras cuestiones que ahora no vienen al caso pero que trataremos en otros post venideros.

Como ya sabéis, hace poco se detectó que en las albóndigas de IKEA había carne de caballo y no es que sea mala esta carne, es simplemente que la carne del equino no figuraba en la etiqueta.

Se puede pensar, y pensaríamos bien, que menudo descontrol tenía esta multinacional, que no controlaba a un proveedor, nada más y nada menos que en temas alimentarios y desde luego, eso del tema de higiene alimentaria sí que merecería un post o más bien un blog entero.
 
El caso es que una vez pasado el incidente la empresa IKEA se puso manos a la obra para solucionar el tema. Una vez solucionado, la sueca publicó por aquí y por allá la solución aportada, además de sus disculpas. Pero ahí no queda la cosa, las personas que forman parte de su base de datos han recibido un mail personalizado, explicando cómo ocurrieron las cosas y lo que harán con las albóndigas sobrantes.

Por otra parte, el otro día en un restaurante, llegábamos a comer 3 personas y un bebé. Al entrar, nos damos cuenta que el comedor está en la planta de arriba y que en la planta baja hay dos mesas, como para tomar un "algo". Preguntamos que si había ascensor para subir al comedor que vamos con un carricoche, el camarero impasible dice no y así nos quedamos dando la vuelta a buscar otro restaurante.

Yo me pregunto:¿es tan difícil haberse ofrecido a ayudarnos a subir el carrito o proponer montar las mesas de la planta baja?Parece ser que sí...

Ya sé que no es comparable el ejemplo de la multinacional con el restaurante pero lo que es comparable es el buen hacer y la voluntad de querer. La atención al cliente antes, durante y después... de unas ¿albóndigas?
 

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